A los minutos de llegar nosotros, llegaron ellos. Pedro bajo muy cansado y ya no quiso atender más gente, y se paso derecho. Como pudimos lo alcanzamos en la puerta, y nos despedimos de él, porque ese mismo día nos regresábamos para la Ciudad de México. Nada más nos dijo que nos cuidáramos mucho, si se veía agotado.
Y así se termino "nuestra gira" por el norte del país.
Muchas gracias a las regias que nos dieron casa y comida (casi lloramos cuando nos despedimos de ellas en la terminal del autobús).